martes, 12 de mayo de 2020

AS-SALAM ALAYKUM, SHALOM ALEIJEM


Ramón Sierra Córcoles
Anestesiólogo

La Paz sea con vosotros.
Mi amor, pasión desenfrenada por una tierra que cuanto más me aproximo a ella, menos conozco. Siria-palestina Adriana, lugar donde crecen las flores regadas con sangre desde el albor de los tiempos.
Caminos plantados con túmulos que SÍN, la luna hecha diosa, hace relucir por las noches para rememorar las hazañas de tus guerreros muertos y que llegue hasta nosotros su resplandor.
¡Cuán grande es mi deseo de profundizar en tu historia, ahíta de raíces culturales y religiosas!
¡Qué angustia me produce que sean ignorados tus secretos y qué temor que no lleguen a conocerse los tesoros que reposan bajo tus ardientes arenas!
Tierra-referencia para el que pierde la orientación en su camino y olvida su significado, marginando la historia para caer y, de nuevo, tener que repetirla.
Tierra donde millones de seres se dieron alguna vez la paz y ahora se matan sin compasión.
Israelitas, que buscan en sus áridos campos la fuerza de Eleazar benYair y que les legó junto con su voluntad irreductible de no olvidar la historia y así no tener que repetirla.
Palestinos, condenados a la miseria mientras esperan un nuevo caudillo, su nuevo Saladino, que con cimitarra en mano devuelva al Islam todo lo que reclama. 
Dos pueblos hermanos de religión diferente que cabalgan en sus corceles rojo y bayo dispuestos a destruirse. Un conflicto que ya dura demasiado tiempo y ha causado demasiado dolor. 
Mientras tanto, los auténticos responsables permanecen sentados en platea contemplando el sangriento espectáculo.


¿Y la ONU? La ONU a lo suyo, es decir, a NADA. Ella pone las cartas, los demás, los muertos.

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